lunes, 26 de marzo de 2012

LOS CHOTEADOS

Cañete 24 Marz.- To shoot es un verbo inglés que significa, disparar, echar, lanzar, y cuyo pretérito y participio pasado es shot, traducido como disparado, echado, lanzado. Pese a su origen anglo sajón, esta palabra ha entrado dentro de la lengua española como el verbo chotear, cuyo pretérito y participio pasado es choteado. Entonces choteado es aquel sujeto que ha sido rechazado de cualquier situación, con el agregado desmerecimiento de la persona que lo sufre.

Cuantas personas han sido choteadas alguna vez en su vida. Incluso los grandes personajes han hecho muchas veces el ridículo al ser excluidos de determinadas actividades sociales o políticas. Ello no tiene por ende nada de raro.

Lo raro es más bien que el choteado sea la persona a quien se pretende homenajear, como lo que le sucedió a nuestro gran vate Enrique Verástegui. En el año 199…, cuando acababa de recibirme como abogado, empecé a cimentar una gran amistad con Enrique Verástegui. A pesar de ser ambos de San Vicente – y del mismo barrio, la calle O’Higgins – nunca habíamos sido “causas”. Ello recién ocurrió en el año 199…Un día coincidimos en el “Bambú” del Barrio de Belén, en la ciudad de Lima. Y entre cerveza y cerveza pasamos diez horas charlando de diversos temas.

Fue una borrachera cuyos motivos de conversación eran literatura, matemáticas, historia, filosofía y otros elevados. ¡El Nirvana alcohólico! de esa época nace nuestro vínculo, y como tal seguimos frecuentándonos. Hasta que Harry – como lo llamamos cariñosamente mi esposa y yo – desapareció. Un día leí en un diario limeño: “El poeta peruano Enrique Verástegui desprecia condecoración de la Sociedad Literaria de París”. Al leer eso me quedé intrigado. Tiempo más tarde me encontré con Enrique y nos fuimos a tomar unas cervezas al “Bambú”. Conversando como de costumbre sobre filosofía, historia, matemáticas y literatura, de repente me acordé del titular que meses antes había leído en el diario limeño:

- ¡Oye Harry! – le reclamé -, ¿porqué no fuiste a la ceremonia en París, donde te iban a condecorar?
- No Pepe – me respondió -, yo fui, pero no me dejaron entrar.
- ¿Cómo que no te dejaron entrar?

- Sí – explicó -, el vigilante del hotel donde se realizaba la ceremonia no me dejó entrar, a pesar que le dije que era el homenajeado.

Es que Enrique, con su espontánea forma de vestir, con el pelo alborotado y el abiglamiento poco usual que llevaba, no calzaba con el prototipo de intelectual a ser homenajeado. ¡Choteado Enrique Verástegui de la ceremonia en que iba a ser condecorado como el Vate de América en Francia!

Ítalo Maldonado Montoya, el actual Presidente del Frente de Defensa de los Intereses de la Provincia de Cañete, en sus años mozos fue un ferviente partidario de la Revolución Cubana, y consecuente con ello puso proa a dicha isla del Caribe. Una vez en La Habana participó con entusiasmo en construir el socialismo en la tierra del autor de Guantanamera, el precursor José Martí. Vencido el tiempo de su servicio, tomó con alegría la noticia de que iba a ser recibido nada más ni nada menos, que por el mismísimo Fidel Castro. Una vez en presencia del barbudo líder le pidió:

- Mi Comandante, quiero seguir luchando por la revolución acá en Cuba.
- ¿De dónde es usted?- le inquirió Fidel.
- De Perú, Comandante.
- Pues entonces váyase a luchar por la revolución en Perú.

No se lo he preguntado a Ítalo, pero me parece que en ese momento tomó conciencia de que su destino era luchar en Perú, sin saber que el mismo Hades lo encaminaría a pelear por los trabajadores del Banco de la Nación, por los transportistas, por la sede regional, por la no ampliación del penal de Cantera y otras cosas más. En todo caso debemos agradecer al Comandante Fidel Castro, pues al chotear a Ítalo Maldonado Montoya lo que hizo fue darnos un líder de polendas para las reivindicaciones del pueblo cañetano. ¡Gracias Fidel!

Mi maestro, guía y pariente, el profesor Luciano Correa Pereyra, “neither” se salvó de la choteada. Cuando presenté mi poemario “Ressaca”, en el “Auditorio Garro Muñante”, tuve el privilegio de tener como exégetas a Enrique Verástegui y a Luciano Correa. Parece que la intelectualidad cañetana se inspiró con la presentación de mi libro, y liderados por José López Cubillas lograron que el Concejo Provincial de Cañete, presidido por Javier Gonzales del Valle, instaurara los “Jueves Culturales”. Pero aún más, al entonces consejero regional, José Mosto Fonseca, le entró la inspiración para construir la “Casa de la Cultura”. Pepe Mosto puso todo su esfuerzo y logró que el Gobierno Regional de Lima Provincias, durante la gestión de Nelson Chui, financiara y lograra la construcción de la “Casa de la Cultura” en el campo ferial de San Vicente. Y se anunció la inauguración con bombos y platillos, y llegada la fecha “toda la clase política de la Región Lima Provincias” se constituyó al lugar para tan magno evento. Se invitó a Enrique Verástegui y a Susana Baca. Del resto se olvidaron. Pero como el profesor Luciano Correa Pereyra se emocionó, aún sin invitación se atrevió a ir.

Llegó a la entrada de la “Casa de la Cultura” y quiso entrar:

- Buenas noches, permiso.
- ¿Dónde vas? -, lo cuadró el guachimán, con desprecio.
- A la inauguración- le explicó el maestro.
- ¿Y su invitación?- exigió imperturbable el vigilante.
- No tengo.
- Entonces no entra.
- Pero, yo soy el profesor Luciano Correa Pereyra.
- Y a mí que me importa.
Pobre maestro y guía. El defensor de los límites de Cañete choteado por un “wacht man”. Eso le pasa por ir a la inauguración de una Casa de la Cultura hecha para los políticos. Pero no se preocupe, cuando yo haga una Casa de la Cultura para los cultos allí sí va a ser invitado.
Le pregunté a Juan Carlos Guerrero, el autor de “Rapsodia Vagabunda”, si había ido a la inauguración de la “Casa de la Cultura”. “¿Qué, ya se inauguró?”, me respondió sorprendido.
El director del arte musical que actuó en la inauguración de la “Casa de la Cultura”, viendo tantos políticos en la inauguración, dijo: “Espero que esta “Casa de la Cultura” sea para la cultura, no para polladas, reuniones políticas, ni para borracheras. (FIN)

Nota bene: No fui a la inauguración de la “Casa de la Cultura”…porque no me habían invitado. Evité el choteo.
(José Alejandro Dulanto Santini).