martes, 7 de octubre de 2014

PERRO GUARDIÁN

  • Película protagonizada por Carlos Alcántara presenta buenos momentos pero se resiente en su media hora final.

    Rodrigo Bedoya Forno
“Perro guardián”, de Bacha Caravedo y Chinón Higashionna, centra su historia el 2001, en el contexto específico del fin de la ley de amnistía, que protegía a varios militares cuestionados por su accionar durante la época del terrorismo. ‘El perro’ (Carlos Alcántara) es un ex militar convertido en sicario que, por encargo de militares, acaba con todos aquellos que pueden resultar un peligro para la institución. El personaje es silencioso, serio, de esos que intimidan con tan solo mirarlo. Pero su efectividad es 100% asegurada. Todo en el marco de una ciudad, Lima, decaída, ruinosa, oscura.
Y resulta interesante ver como ese lado ruinoso que plantea la película se siente hasta en los elementos más cotidianos: desde una filtración de agua en el techo del departamento de Alcántara hasta el lugar donde se reúne con aquel que le pasa las siguientes órdenes (Miguel Iza), pasando por la misma interacción de la gente, que siempre tiene un lado tenso, que gira entre la amenaza y la humillación. La degradación está en el ambiente, como si la violencia política hubiera derivado en una violencia cotidiana, presente en el muy buen momento en el que ‘El perro’ agrede a un indigente que sube a un bus a pedir dinero.
El mérito de Caravedo e Higashionna es justamente darle a todos los elementos que componen la cinta un elemento perturbador, oscuro e inquietante. Por ejemplo, todos los momentos en la iglesia evangélica a la que Alcántara va por una misión pero que termina transformándolo más parecen dignos de un culto a Satanás que  el de una congregación signada por la fe. La devoción de los personajes ahí presentes tiene un costado enfermizo, oculto. La diferencia entre fe y fanatismo es muy delgada, y “Perro guardián”, sobre todo en su primera parte, transita esa línea haciéndonos ver como todos los personajes, desde el líder de la iglesia (Reynaldo Arenas) hasta el más fiel de los asistentes (Ramón García) tiene un costado oscuro, que no es explicitado pero que está ahí, contaminado las relaciones que se van estableciendo entre los personajes. En esa aparente e inquietante ambigüedad, “Perro guardián” consigue sus aciertos más sólidos.
La cinta se resiente en su media hora final, justamente cuando explicita ese lado oscuro y vuelve evidente el pasado de sus personajes: la explicación del personaje de Arenas resulta fallida porque explica lo que ya intuíamos, haciendo obvio ese lado oscuro sugerido que le sentaba tan bien. Lo mismo se puede decir de los ‘flashbacks’ sobre el pasado de Alcántara, que resultan explicativos en demasía.  Y la musicalización le da cierta ampulosidad a secuencias que quizá más secas y directas hubieran funcionado mejor (como el asesinato de Ramón García).
Pero estos elementos no opacan una ópera prima atractiva, que consigue crear un ambiente inquietante que se mete en los actos más comunes. Dos muy buenos momentos: el crimen que abre el filme y el momento con la vecina en el departamento de un Alcántara que deja el fanatismo militar por el religioso.  Y ninguno es para bien.
FICHA TÉCNICA

Dirección:  Bacha Caravedo y Chinón Higashionna
País: Perú Año: 2014
Sinopsis:   Un ex militar convertido en sicario asiste, por una misión, a una iglesia evangélica, lo que termina transformándolo.