Por Juan
Vladimir Rojas Hinostroza
Con coloridos ramos de flores
y velas, miles de cañetanos acudieron desde tempranas horas del jueves a los
diferentes cementerios de cañete para visitar las tumbas de sus seres queridos,
recordarlos con cariño y nostalgia, y elevar una oración en su memoria, en el
Día de Todos los Santos.
Mientras que en San Vicente la
masiva concurrencia de público generó congestión vehicular en los exteriores del
cementerio general esta tuvo que ordenarse con los inspectores de transito y con
la seguridad de efectivos de serenazgo de la corporación edil provincial, en
imperial la situación fue completamente diferente, donde la presencia de
ambulantes puso la nota pintoresca comercial en este
día.
En los dos emblemáticos
cementerios de cañete, como es tradicional, se incrementó la presencia de
vendedores de flores, a los que se sumaron comerciantes de comidas y bebidas, de
helados, entre otros productos. En San Vicente se prohibió la venta de bebidas
alcohólicas para evitar cualquier tipo de altercado o molestia entre los
visitantes al campo santo y evitar que miccionen en la tumba de un ser
querido.
El homenaje a los difuntos
tiene distintas expresiones, desde las más conservadoras –con flores y
oraciones– hasta las festivas, que incluyen música con violín, acordeón y
guitarra, y cantos entonados por los propios deudos o personas que ofrecen este
servicio.
En cementerios ubicados en las
zonas periféricas dentro del cementerio de imperial los deudos brindaron con
cerveza u otro licor frente a las tumbas de sus seres queridos y bailaron danzas
típicas de sus tierras natales.